Por Paolo Castillo
Casi tres veces fui a parar al borde del hastió,
profetizando toda mi vida pasada,
todo el pecado, los excesos, los turbios desvíos,
los bares, la bohemia, la lujuria indeseada.
Hace tres años que mi corazón ya no es mío,
junto a mi alma que vive melancolizada
en mi cama, y en la almohada de mis enemigos,
escapando del futuro con la frente cansada.
Hace tres “qué bueno era” rompí en llanto,
porque ya no soporto este despreciable desencanto
de mi vida, que se desmorona de tanto en tanto,
junto a la nueva mañana con resaca, mi vil espanto.
Hace tres Martini´s despertó mi espíritu marchito,
pero de pronto ve la realidad y se acobarda,
una copa más, un delirio, y con otra ya voy por el quinto,
como desearía poder cerrar las ventanas de mis penas.
Hace tres minutos recuperé la cordura y me hizo
fijarme todo lo que acontece hoy en día mi vida,
juro por Dios que este no es mi verdadero destino,
debo detenerme, respirar y tomar el camino de salida.

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